Verònica Tapias
5/11/2020

El ‘Alcántara’ en la dársena del enclave tarraconense en junio de 1995. Arxiu del Port de Tarragona /Manel Caro.

El de 1994 fue un verano especial para el Port de Tarragona. Después de años de negociaciones, de contactos con varias navieras y con diferentes instituciones, el enclave portuario conseguía unir la ciudad de Tarragona con Baleares por mar gracias a la compañía Trasmediterránea. La línea operó durante dos veranos más, hasta 1996. Y es que, como veremos, el proyecto no empezó con buen pie.

El primer barco que eligió la naviera para realizar el trayecto era el hidrofoil ‘Marrajo’, el tercero de los buques rápidos de su clase que operó la compañía, con 180 plazas para pasajeros, 6 tripulantes y una velocidad de 37 nudos. El servicio de ese verano se inauguraba el 17 de junio y tendría continuidad hasta el 15 de septiembre. El día 17, pues, la expectación en el muelle de Costa era máxima. Estaba previsto que, a las 11h, el “Marrajo” zarpara de Tarragona para llegar a Palma a las 14.45h. Los 52 pasajeros de ese primer viaje fueron embarcando en el buque y mucha gente se apostó en la estación marítima para ver salir el barco. Sin embargo, cuando había recorrido unas 14 millas del trayecto, una avería en el sistema de inyección de combustible del motor de babor obligó al buque a volver al puerto para su reparación. La inauguración del servicio Tarragona-Palma de Trasmediterránea se veía frustrada y se posponía hasta el día siguiente.

El primer fast ferry que funcionaba en España lo hizo en Tarragona

Así pues, el día 18 de junio, la estación marítima de Tarragona volvió a acoger a pasajeros y curiosos que no querían perderse el primer viaje de la nueva línea. Esta vez, el ‘Marrajo’ no llegó ni a soltar amarras. La compañía explicaba que los técnicos habían estado toda la noche trabajando y que esperaban tener el barco reparado a las 12h para zarpar a la una de la tarde. Sin embargo, ni a la una, ni a las dos, ni a las tres el barco llegó a soltar amarras. Pasajeros enfadados y desconfiados, periodistas con la boca abierta y curiosos que se acercaron al muelle con caras de no creerse lo que estaba pasando protagonizaron el momento. Finalmente, los responsables de Trasmediterránea anunciaron a última hora de la tarde que la avería había sido reparada y que el viaje a Palma se programaba para el día siguiente.

A la tercera va la vencida

Finalmente, el día 19 de junio de 1994, y después de dos intentos fallidos, el ‘Marrajo’ conseguía llegar a Palma transportando 12 pasajeros dentro del tiempo previsto. A las 16,30h emprendía el trayecto de regreso a Tarragona con 45 pasajeros. A partir de entonces, la línea operó todos los días de la semana, excepto los miércoles, salvando las ocasiones en que nuevas averías o una mala climatología obligaron a la compañía a anular el viaje.

Un grupo de alumnos y profesores de la escuela taller del Port delante del hidrofoil ‘Marrajo’ el 27 de junio de 1994. Arxiu del Port de Tarragona / Manel Caro.

Aquel verano el hidrofoil de Trasmediterránea transportó 11.400 pasajeros, con una ocupación media del 55%. El precio del billete se había fijado en 6.000 pesetas (36 €). La facturación de Trasmediterránea fue de 68,4 millones de pesetas (algo más de 400.000 €) y la Autoridad Portuaria obtuvo 3,2 millones ptas. (casi 20.000 €) en tasas portuarias. El pasaje provenía, en su mayoría, de Lérida, Zaragoza y el País Vasco, aunque también contaba con pasajeros de Tarragona. Estaba previsto que la línea se nutriera, en buena parte, de los turistas de las Baleares que a partir de 1995 se desplazarían a la Costa Daurada para visitar el parque temático PortAventura, cuya inauguración se preveía para el mes de abril. De hecho, la abertura del parque fue determinante para la puesta en marcha de la línea Tarragona-Palma. El primer año (1994) el punto de origen del servicio sería Tarragona, pero en 1995 lo sería Palma.

En 1995 llega el primer fast ferry de España

El verano de 1995, la Costa Daurada ya contaba con el que sería uno de los mayores atractivos del territorio, PortAventura, que había abierto puertas en abril y tenía que generar un nuevo mercado de pasajeros para la línea de Trasmediterránea. Este hecho provocó la decisión de la compañía de destinar el primer fast ferry que funcionaba en España para mejorar este servicio, el ‘Alcántara’. El día 10 de junio el buque entró en servicio en la línea Tarragona-Palma y Palma-Ibiza-Valencia y el día 28 del mismo mes, en la estación marítima tarraconense, se celebraba su inauguración oficial en una espectacular fiesta de presentación. La embarcación, con una capacidad para 450 pasajeros, 76 coches y once caravanas, realizaba el viaje entre Tarragona y Palma cinco días a la semana: martes, miércoles, viernes, sábado y domingo. Los lunes y los jueves estaba destinada a la ruta Palma-Ibiza-Valencia.

El precio del billete para el ‘Alcántara’ oscilaba entre las 7.000 ptas. (42 €) en clase turista hasta las 11.000 ptas. (66 €) para los pasajeros de club, pasando por la clase preferente, con un coste de 9.000 ptas. (54 €). Con el fast ferry, además, el pasaje podía transportar también su vehículo por un precio que rondaba las 18.000 ptas. (108 €).

Adhesivo de promoción del trayecto en 1994.

El director comercial de Trasmediterránea de la época, Carlos González, apuntaba que “el fast ferry marcaría una nueva era en las comunicaciones marítimas al poder competir en rapidez, comodidad y precio con otros medios”. Y es que el buque contaba con bares y tiendas y los pasajeros disponían de nuevos servicios, como video y telefonía, entre otros. Con una eslora total de 95,2 metros, la nueva embarcación mejoraba mucho el servicio que el año anterior había realizado el ‘Marrajo’, un hidrofoil que en tres meses registró media docena de averías y en otras tantas ocasiones tuvo que suspender el viaje por el mal estado del mar. El ‘Alcántara’, en cambio, ofrecía una ventaja importante: podía navegar aunque las condiciones meteorológicas fueran desfavorables.

Las previsiones de Transmediterránea apuntaban a un potencial de 60.000 pasajeros por temporada, aunque con solo 19.000 pasajeros por año, era rentable

El número total de pasajeros que viajó en el ‘Alcántara’ en 1995 fue de 50.000, un 90% de los cuales eran turistas que visitaron el parque temático PortAventura. El buque transportó también 7.034 coches, 69 caravanas y 589 motos. La facturación de Trasmediterránea en la línea Tarragona-Palma durante este año fue de 478 millones ptas. (2,87 millones €) y la APT ingresó 17,8 millones ptas. (casi 107.000 €) en concepto de tasas portuarias.

1996, el último verano

El verano siguiente, el de 1996, la compañía Trasmediterránea envió un nuevo fast ferry para la línea Tarragona-Palma, que también realizaba el servicio entre Valencia, Palma e Ibiza. Era el ‘Almudaina’, que contaba con una serie de mejoras referidas a la instalación de sistemas de gobierno y maniobra a las cuatro líneas propulsoras e incorporaba medios de seguridad adicionales, además de un nuevo sistema de entretenimiento para los pasajeros y modificaciones en el sistema de estabilización que mejoraban el comportamiento del buque en el mar.

Durante los meses en que realizó el servicio, el ‘Almudaina’ transportó 45.500 pasajeros, algo menos que en 1995, pero con una ocupación superior. Y es que el viaje entre Tarragona y Baleares solo se realizaba tres días a la semana. Los otros cuatro días, el buque se destinaba a la línea que unía Valencia con las islas. El precio del billete para 1996 era de 7.500 ptas. (45 €). También subieron a bordo 6.237 coches, 76 caravanas y 387 motocicletas. La facturación de la compañía ese verano fue de 282 millones ptas. (1,7 millones €) y la APT obtuvo un beneficio de 15 millones ptas. (más de 90.000 €) en concepto de tasas portuarias.

Las previsiones de la naviera antes de inaugurar la línea apuntaban a un mercado potencial máximo de 60.000 pasajeros por temporada, aunque tenían claro que, con solo 19.000 pasajeros por año, el servicio saldría rentable. Al cierre de la última temporada y con los buenos resultados registrados, el Port de Tarragona empezó a negociar con Trasmediterránea la apertura de nuevas líneas con Mallorca, no solo de pasajeros, sino también de carga general. Sin embargo, esta petición no llegó a buen fin.

En 1996 la naviera entraba en un proceso de valoración de activos para iniciar su privatización, que se haría efectiva en 2002, y no solo no atendió la petición de la institución portuaria, sino que, en enero de 1997, anunciaba la supresión del servicio entre Tarragona y Baleares y lo sustituía por la línea Barcelona-Palma. De esta manera, el sueño del Port de Tarragona y de su presidente, Antoni Pujol, se esfumaba después de tres temporadas de buenas cifras, que no resultaron suficientes para que la naviera mantuviera la línea.